Leyendas y Mitos Regionales

 Leyendas y Mitos Mendocinos

Leyendas y Creencias Populares

La palabra leyenda se usa para significar narraciones tradicionales que no son interpretadas como ficción, sino que se suponen verdaderas. Se trata de relatos de fenómenos o hechos históricos de origen anónimo, tradicional y popular, que han sido transmitidos por vía oral, aun cuando haya existido la recopilación escrita posterior. Narran sucesos que se tienen por ocurridos alguna vez en tiempos remotos e inciertos y que explican el origen de elementos de la naturaleza (generalmente a través de una metamorfosis o transformación) y que sustentan creencias y costumbres de una determinada cultura.

El Futre
 

Al parecer, este personaje tuvo su origen en Puente del Inca, Mendoza, y de ahí, con variantes, se extendió a otros puntos de esa provincia y a San Juan.

De Puente del Inca se conocen al menos dos versiones. Según la primera, contada con lujo de detalles por el ingeniero Fidel Roig, se trataría de un inglés muy bien vestido (de allí su nombre, pues se llama «futre» en la zona de Cuyo a toda persona que viste de forma elegante) que, tras haber perdido todo su dinero en la sala de juegos de un hotel cercano a Puente del Inca, salió vestido de frac en plena noche y se perdió entre los cerros nevados. Nunca se tuvieron noticias sobre la suerte corrida por este hombre, pero comenzaron a sucederse una serie de apariciones fantasmales en las que se lo veía caminar cabizbajo, como presa de una gran pena.

La segunda versión habla de un humilde trabajador ferroviario que fue asesinado y luego decapitado por el amante de su esposa en la estación de Puente del Inca. Algunos aseguran que vaga por la noche cargando su propia cabeza en una mano y un hacha en la otra, amenazando de muerte a quien se cruza con él, mientras que otros aseguran que se trata de un espectro inofensivo.

En ambas versiones hay ocasiones en que el Futre aparece a caballo.

El Cóndor

El cóndor no siempre usó la golilla que lleva tan elegantemente en el cuello. Se acostumbró a su uso después de haber sido derrotado, luego de una vergonzosa lucha contra un diminuto rival.
Cuenta la leyenda que don Cóndor había bajado al valle en ocasión de unas «chinganas» que se celebraban con motivo de Semana Santa. En uno de los tantos bodegones instalados cerca de una plaza, conoció a un compadrito charlatán y pendenciero, muy famoso en el pago por su apodo de «Chusclín». Se trataba nada menos que de un vulgar chingolo.
Luego de una entretenida charla, en la que don Cóndor y Chusclín alardeaban de pendencieras hazañas y famosas «chupaderas» (en Cuyo «chupar» significa beber vino), como fin de la conversación, formularon entre sí una singular apuesta. Se desafiaron a beber vino: el que «chupara» más sin «curarse» (embriagarse), ganaría la apuesta y el perdedor pagaría el vino consumido y la «vuelta » para todos.
Tanto don Cóndor como Chusclín empinaron sus respectivas damajuanas y así se inició la puja. Don Cóndor de buena fe trataba de agotar el líquido «de una sentada», sin reparar que Chusclín arrojaba al suelo cada sorbo que bebía sin que su rival lo notara. Como don Cóndor no estaba tan acostumbrado al vino como Chusclín, pronto empezó a sentir dolor de cabeza y para atenuarlo se ató un pañuelo, a modo de vincha. Al advertir el juego de su contrincante, lo increpó y se le fue encima. Chusclín, veterano peleador, lo esperó sereno y confiado. Poco duró la pelea porque el chingolo con un certero golpe hizo sangrar la nariz de su antagonista, quien sólo atinó a defenderse. En el entrevero, el pañuelo que don Cóndor tenía atado a la cabeza se le cayó y desde entonces allí lo lleva.

El Zonda

En la región del noroeste argentino es conocida esta vieja leyenda, cuyo protagonista es Gilanco, un indio altivo y dominante, caudillo de su tribu y temido por su gran valor. Era considerado el mejor cazador y por ello despertó varias veces las iras de Llastay y de la Pachamama, quienes le recriminaron la matanza despiadada de aves y guanacos.
Cierto día la Pachamama le anunció el castigo. Para que escarmentara, envió al zonda, un viento cálido y seco, que incendió los campos y dejó yermas las tierras entonces fértiles.
A causa de la soberbia de Gilanco, dicen las consejas, el zonda arruina las tierras del Calchaquí, se cuela por entre las piedras de la pirca y las quinchas de los ranchos. Los nativos le temen y se santiguan creyendo que es el alma del cacique condenado a vagar en forma de viento. Así su espíritu llega a contarles su castigo e implorar perdón por sus pecados.

La Difunta Correa

En el transcurso del año 1835, un criollo de apellido Bustos fue reclutado en una leva para las montoneras de Facundo Quiroga y llevado por la fuerza a La Rioja. Su mujer, María Antonia Deolinda Correa, desesperada porque su esposo iba enfermo, tomó a su hijo y siguió las huellas de la montonera.
Cuenta la leyenda que luego de mucho andar y cuando estaba ya al borde de sus fuerzas, sedienta y agotada, se dejó caer en la cima de un pequeño cerro. Unos arrieros que pasaron luego por la zona, al ver animales de carroña que por allí revoloteaban, se acercaron al lugar y encontraron a la madre muerta y al niño aún con vida, amamantándose de sus pechos. Recogieron al pequeño y dieron sepultura a la madre en las proximidades del cementerio Vallecito, en la cuesta de la sierra Pie de Palo. Al conocerse la historia, comenzó la peregrinación de lugareños hasta la tumba de la «difunta Correa». Con el tiempo se levantó un oratorio en el que la gente acercaba ofrendas, práctica que continúa hasta nuestros días. 
La bella laguna de Malargüe ha sido una inagotable fuente de inspiración para la imaginación popular de la zona. Se aconseja visitar el lugar conociendo o narrando estas historias que le darán un toque misterioso e inolvidable al paseo.
Una leyenda puelche dice que había una hermosísima princesa india llamada Elcha (en lengua aborigen significa Espejo), reconocida en su tribu por su belleza. Esa tribu estaba enfrentada a otra por la cual la bruja tenía simpatía.
Elcha había crecido con un compañero que no era de la nobleza pero a medida que pasaba el tiempo nació entre ellos un sólido amor. Enterada de ello, la bruja de la tribu convenció al padre de detener la actitud de enfrentamiento entre las tribus mediante el casamiento de los príncipes.
    La princesa Elcha fue informada la noche anterior Desesperada se lo comunicó a su amado y escaparon velozmente hacia el norte. Minutos más tarde enterados de la huida, ambas tribus partieron en persecución al mando de la bruja.
    En un momento los jóvenes entendieron que habían extraviado el camino y siguieron hasta que los detuvo un abrupto corte de la superficie que terminaba en la laguna. Miraron hacia atrás y la luz de los relámpagos iluminó a sus perseguidores, que estaban muy cerca. Elcha y el joven no lo pensaron y decidieron arrojarse al agua. La primera en llegar y asomarse a la laguna fue la bruja, en el instante en que lo hizo, un poderoso rayo se descargo sobre ella dejándola petrificada. El resto de los perseguidores también se acercaron temerosos y vieron reflejada en la superficie, cual espejo la imagen de Elcha. Desde entonces hasta hoy, tanto la bruja petrificada como la imagen de Elcha se pueden distinguir y es por eso que los lugareños bautizaron así la laguna.
    Existe otra versión de la leyenda. Trata de dos tribus cuyos caciques eran enemigos. La hija de uno de los jefes se enamoró de un indio de la otra tribu, por lo que ambos fueron separados. Al ver su amor frustrado, la india lloraba desconsoladamente en la laguna hasta que se convirtió en piedra.

    También se cuenta otra historia relacionada con sirenas. Dicen que al aproximarse a la laguna se oía el canto de mujeres rubias que estaban encantadas. Ellas eran mitad mujer, mitad pez. Estas sirenas, al escuchar los más leves sonidos de personas, se arrojaban al agua y desaparecían. Pero a una de estas criaturas, muy linda y orgullosa, Dios la castigó convirtiéndola en piedra, a orilla de la laguna.
    Además, hay una narración de origen criollo. Se solía contar que a este espejo de agua se lo denominaba “Laguna de las siete apuestas” ya que un chileno pícaro y jugador vendió su alma al diablo, por siete bolsitas con pepitas de oro. El pacto debía efectuarse de noche, a orillas de la laguna, por lo que reunidos allí el diablo y el chileno, convinieron realizar siete apuestas. Las seis primeras las ganó el chileno, porque así lo quiso el diablo. Pero la séptima, en la que se jugaba el alma, el cuerpo y el oro, el chileno astuto hizo que el demonio se distrajera y mientras miraba el agua de la laguna, extrajo una daga. Invocando el nombre de Jesús le enseño la cruz de la empuñadura y como por encanto, el diablo desapareció. El sagaz hombre se quedó con todo 

La Flor del Ceibo

Anahí era la india más fea de la tribu guaraní, pero su voz tenía la más bella de las sonoridades. Su humilde choza estaba a orillas del inquieto Paraná. Habiendo caído prisionera en una de las frecuentes incursiones de sus indios, fue condenada una noche a morir en la hoguera, por haber dado muerte al centinela que la vigilaba. 
La horrible sentencia se cumplió y cuando las llamas habían comenzado a quemar su cuerpo, algo extraño se notó en él. Los verdugos huyeron espantados, pues la delicada figura y el árbol al que había sido atada se agitaban como nunca antes habían visto. A la mañana siguiente, los indios no hallaron rastro alguno de la muchacha en la hoguera; sin embargo, notaron que en el lugar se erguía un inmenso árbol de flores purpurinas. Habían nacido el ceibo y su flor, que encarnaba a la india y a su tribu. Es la flor triste y solitaria de la veneración –ha dicho alguien– y en su forma viva palpita una oculta ternura. El alma de Anahí, la reina fea de la dulce voz, anida en la flor del ceibo. 

La Luz Mala 

Algunos investigadores del folklore nos hablan de fuegos fatuos a los que el indígena consideraba manifestaciones de ultratumba. Lo cierto es que cuando en el camino aparece uno de estos fuegos, el sendero deja de ser transitado por largo tiempo. Los criollos por lo general, los llaman luz mala. Son reales y obedecen a varios fenómenos naturales: pueden ser emanaciones de metano, comunes en terrenos pantanosos como la región de la Provincia de Buenos Aires, cerca de la Bahía de Samborombón. Otras veces son producidos por gases de la descomposición de sustancias orgánicas, sobre todo grasas, enterradas muy cerca de la superficie e incluso por la fosforescencia de las sales de calcio de esqueletos de animales esparcidos en el campo, comúnmente llamados osamentas. En los dos primeros casos, la luminosidad es tenue e intermitente, oscilando o trasladándose de un punto a otro, impulsada por la más leve brisa. En el último caso, concurren varios factores, como el agotamiento visual, el miedo, la falta de puntos de referencia en la oscuridad y la imaginación, que hacen que el observador la vea moverse. Estos desplazamientos, virtuales o reales, hacen que la "luz mala" sea atribuida a "almas en pena", que por ese medio manifiestan su deseo de vincularse a un ser vivo que les sirva de compañía. Según la tradición, tales almas vagan errantes porque sus pecados no les permiten entrar al cielo (aunque tampoco son tan graves como para merecer el infierno). Según la creencia, buscan esa compañía hasta que algún familiar realiza algún acto que las redime. 

La Leyenda del Ñandú 

Hace muchos, muchísimos años, habitaba en tierras mendocinas una tribu de indígenas muy buenos, hospitalarios y trabajadores. Vivían en paz hasta que un buen día se enteraron de que del otro lado de la cordillera y desde el norte de la región se les acercaban aborígenes guerreros muy bravíos. 
Pronto los invasores los rodearon y entonces los nativos decidieron pedir ayuda a un pueblo amigo que vivía en el este. Sin embargo, para llevar la noticia era necesario pasar a través del cerco de los enemigos y nadie se animaba a hacerlo. 
Finalmente un muchacho de veinte años, fuerte y ágil, que se había casado con una joven de su tribu hacía apenas un mes, se presentó ante su jefe, resuelto a todo. Se ofreció a intentar la aventura y después de recibir una cariñosa despedida de los suyos, partió muy de madrugada en compañía de su esposa. Marchando con el incansable trotecito indígena, marido y mujer no encontraron sino hasta el segundo día, las avanzadas enemigas. Sin separarse ni por un momento y confiados en sus ágiles piernas, corrieron, saltaron, evitaron los lazos y boleadoras que los invasores les lanzaban. Perseguidos cada vez más de cerca por los feroces guerreros, continuaron la carrera, hacia el naciente. Y cuando parecía que ya iban a ser atrapados, comenzaron a sentirse más livianos; de pronto se transformaron. Las piernas se hicieron más delgadas, los brazos se convirtieron en alas, el cuerpo se les cubrió de plumas. Los rasgos humanos de los dos jóvenes desaparecieron para dar lugar a las esbeltas formas de dos aves de gran tamaño: quedaron convertidos en lo que, con el tiempo, se llamó ñandú. 
A toda velocidad, dejando muy atrás a sus perseguidores, llegaron a la tribu de sus aliados. Éstos, alertados, tomaron sus armas y se pusieron en marcha rápidamente. Así sorprendieron a los invasores y los obligaron a regresar a sus tierras. 
De este modo cuenta la leyenda que fue como apareció el ñandú sobre la tierra. 


La Pacha Mama 




Para los quechuas es la Madre Tierra, deidad máxima de los cerreros peruanos, bolivianos, y del Noroeste Argentino. Pacha es universo, mundo, tiempo, lugar, mientras que Mama es madre. Se trata de una divinidad femenina que produce, que engendra. Su morada está en el Cerro Blanco (o Cerro Nevado de Cachi) y se cuenta que en la cumbre existe un lago que rodea a una isla habitada por un toro de astas doradas que al bramar emite por la boca nubes de tormenta. 
En la región del NOA, su fiesta se celebra el 1º de agosto. Ese día los pobladores que participan del ritual entierran cerca de sus viviendas una olla de barro con comida cocida. También colocan coca, alcohol, vino, cigarros y chicha para "carar" (alimentar) a la diosa. Ese mismo día –sostienen sus fieles – hay que ponerse unos cordones de hilo blanco y negro confeccionados con lana de llama, hilada hacia la izquierda. Tales cordeles se atan en cuello, tobillos y muñecas para evitar el castigo de la Pacha Mama. 


Los Ríos Pilcomayo y Bermejo 

Cuenta la leyenda que, una vez que terminó la creación, Tupá (Dios) confió a Guarán la administración del Gran Chaco, que se extendía más allá de la selva. Y Guarán comenzó la tarea. Cuidó de la fauna y de la flora, de la tierra, de los ríos y de los montes. Y también gobernó sabiamente a su pueblo, logrando una verdadera civilización. Guarán tuvo dos hijos: Tuvichavé, el mayor, que era impetuoso, nervioso y decidido, y Michivevá, el menor, más reposado, tranquilo y pacífico. 
Antes de morir Guarán entregó a sus vástagos el manejo de los asuntos del Gran Chaco. Fue entones cuando comenzaron las peleas entre los dos hermanos, ya que ambos tenían opiniones diferentes respecto de cómo administrar los bienes de la región. 
Un día se les apareció el genio del mal, Añá, quien les aconsejó que compitieran entre sí para resolver las cuestiones que los enfrentaban. Tuvichavé y Michivevá, cegados por sus diferencias, decidieron hacerle caso. Subieron a los cerros que lindaban con el Gran Chaco, y, para disputar su hegemonía sobre la región, acordaron realizar diversas pruebas de destreza, resistencia y habilidad, especialmente en el manejo de las flechas. 
En una de esas tentativas, Michivevá lanzó una flecha contra un árbol que servía de blanco. Pero Añá hizo de las suyas: la desvió, y logró que la saeta penetrara exactamente en el corazón de Tuvichavé. Al instante la sangre brotó a borbotones y comenzó a bajar por los cerros, llegó hasta el Chaco, se internó en su territorio y formó un río de color rojo: el "I–phytá" (Bermejo). 
Al darse cuenta de lo que había hecho como consecuencia de ese inútil enfrentamiento, Michivevá comenzó a deshacerse en lágrimas. Y lloró tanto, que sus lágrimas corrieron tras el río de sangre de su hermano. Así se formó el Pilcomayo, siempre a la par del Bermejo. 
Y el Gran Chaco quedó sin jefe. Pero siguió prosperando bajo el cuidado de la naturaleza; enmarañado, impenetrable, surcado por el río de aguas rojas, nacido de la sangre del corazón de Tuvichavé. 

Puente del Inca 

Cuenta la leyenda que hace muchísimos años, el heredero del trono del imperio inca se debatía entre la vida y la muerte, siendo víctima de una extraña y misteriosa enfermedad. Las plegarias, rezos y recursos de los hechiceros nada lograban y se desesperaban por no poder devolverle la salud. El pueblo amaba intensa y entrañablemente a su príncipe, invocaba a sus dioses y realizaba sacrificios en su honor. Fueron convocados los más grandes sabios del reino, quienes afirmaron que sólo podría sanarlo el maravilloso poder del agua de una vertiente, ubicada en una lejana comarca. 



Los habitantes partieron en numerosa caravana, vencieron infinidad de dificultades, marcharon durante meses en que veían agotadas sus fuerzas, y un día se detuvieron ante una profunda quebrada, en cuyo fondo corrían las aguas de un río tempestuoso. En el lado opuesto, estaba el codiciado manantial, pero... ¿cómo hacer para llegar a ese inaccesible lugar? 
Meditaron durante mucho tiempo, tratando de buscar una forma de arribar hasta las milagrosas aguas, pero todo fue en vano. Cuando ya la desesperación los dominaba, aconteció un hecho extraordinario: de pronto se oscureció el cielo, tembló el piso granítico y vieron caer, desde las altas cimas, enormes moles de piedra que producían un estrépito aterrador. 
Pasado el estruendo y más calmados los ánimos, los indígenas divisaron asombrados, un puente que les permitía llegar sin dificultades hasta la fuente maravillosa. Transportaron hacia ella al príncipe, quien bebió de sus aguas y muy pronto recuperó la salud. 
La omnipotencia del dios Inti, el sol, y de Mama–Quilla, la luna, habían realizado el milagro. 
Así surgió, según la leyenda, ese arco monumental de piedra que recibió el nombre de Puente del Inca, que se levanta custodiado por el Aconcagua, rodeado por la imponente belleza de los Andes. 

Fuente: http://www.argentina.gov.ar/argentina/portal/paginas.dhtml?pagina=224

17 respuestas

  1. me ayudo para unsa presentacion

  2. diganme 2 leyendas urbanas chila y 2 urbanas por fas

  3. las ocupo antes del martes por k me la dejaron de tarea por fas se lo ruego

  4. hola nesesito la leyenda de la region del noroeste del quirquincho. gracias

  5. hola qiisiera decirles q pongan mas leyendas como la de la flor del ceibo
    gracias

  6. muchas gracias me ayudo(*-*)

  7. esto me ayudo para mi tarea grax me ahorraron tiempo valioso ok bay

  8. algun mito de mendoza sobre algun alimento o comida?

    • Sobre que lugar en particular? Por ejemplo conozco la de Puente del Inca, la cual dice que un Inca muy enfermo que viene desde Perú se entera que en Mendoza existen aguas milagrosas (aguas termales) las cuales lo curaran de su mal. Es así como comienza su viaje por el camino del Inca (que viene directamente desde Perú a Mendoza y aun, en parte, existe) y llega a un enorme río donde no puden cruzar. El inca venía sentado sobre una silla que era llevanda en hombros por sus vasallos. Como los incas ven que su señor se encuentra muy mal y es urgente llevarlo a las aguas milagrosas, deciden hacer un puente humano tomandose manos con piernas… luego el Inca cruza sobre ellos q se han convertido en piedra creando el puente del inca

  9. no m ayudrn en nda nacosss¡¡¡¡¡¡

    • pues hubieras buscado otra pagina o pedido la informacion que necesitas en vez de insultar. Por otro lado…aprende a hablar. «nacos», ¿Te crees q todo el mundo habla igual que en Mexico??

  10. sos el mejos je je je eje

  11. mitos y leyendas

  12. q bueno está el post!

  13. qauiero 2 leyendas regionales

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